Las personas que duermen de lado podrían reducir el riesgo de Alzheimer y de Parkinson

La forma o posición en la que dormimos podría tener efecto en nuestra salud neurológica según han encontrado en un estudio de la Universidad de Stony Brook en EEUU.

Al parecer, dormir de lado o en posición lateral ayudaría a nuestro cerebro a eliminar ciertos desechos que contribuyen a aumentar el riesgo de Alzheimer y de Parkinson entre otras enfermedades.

Aunque estos resultados aún son hallazgos aislados, abren una gran vía de investigación para dilucidar cuál es la causa y qué tipo de pautas preventivas pueden darse a la población de cara a reducir el riesgo de desarrollar estas enfermedades. Aunque las conclusiones son complejas, sí que podemos sacar buenos aprendizajes de ellas. Por lo tanto, veamos cómo se desarrolló el estudio…

¿Cómo se llevó a cabo el estudio?

Un equipo internacional de científicos dirigido por investigadores de la Universidad de Stony Brooke encontraron que dormir de lado ayudaba al cerebro de las ratas de su experimento a eliminar residuos químicos cerebrales a través de su sistema de limpieza (vías gymphatic).

Gracias a la Resonancia Magnética funcional los investigadores pudieron observar cómo los residuos del líquido cefalorraquídeo estaban repletos de proteínas amiloides y tau, sustancias que si se acumulan parecen estar directamente implicadas en el aumento del riesgo de Alzheimer y de Parkinson.

Así, estos análisis encontraron que el sistema cerebral de limpieza era mucho más eficiente en posición lateral que en posición supina (boca arriba) o prona (boca abajo).

Resulta curioso que, al parecer, esta posición es la más común a la hora de dormir tanto en la población humana como en la animal. De hecho, hay pocas personas que duerman boca arriba o boca abajo, por lo que parece que el uso de esa estrategia es una cuestión de adaptación natural.

Así, si bien estos hallazgos aún no han sido replicados en humanos, los resultados son prometedores, pues gracias a este descubrimiento sabemos más sobre la biología de la función reparadora del sueño y cómo podemos usarla para reducir el riesgo de Alzheimer y de Parkinson.

¿Qué debemos saber del Alzheimer y del Parkinson?

Ambas enfermedades comparten en cierto modo una característica histopatológica: la presencia de desechos neuronales y bioquímicos en el cerebro de los afectados. No obstante, cada enfermedad es muy plural en muchos sentidos. Veamos algunos detalles sobre ellas:

La enfermedad de Alzheimer

Se estima que alrededor del 2-5% de la población mayor de 65 años presenta demencia tipo Alzheimer; este porcentaje es mucho mayor (25%) a partir de los 80 años y llega a un 30% en mayores de 90. De todas maneras, el comienzo puede darse en un rango de edad muy amplio, entre los 40 y los 90 años.

No obstante, el diagnóstico definitivo solo puede confirmarse postmortem. En las autopsias, los cerebros de las personas afectas por esta enfermedad presentan un número menor de neuronas corticales, gran cantidad de placas seniles, degeneración neurofibrilar y granulovascular y acumulación creciente de lipofuscina.

Su comienzo es insidioso y suele empezar a manifestarse tanto con alteraciones en la memoria a corto plazo como con falta de concentración y desorientación. Así, también pueden producirse cambios en la personalidad de modo que la persona se muestre apática, egoísta, descortés, maleducada, irritable, agresiva o rígida cuando en su vida había sido lo contrario.

A parte del hallazgo del estudio del que hemos hablado, debemos tener en cuenta otro tipo de factores de riesgo asociados al desarrollo de la enfermedad, pues controlarlos nos puede ayudar a retrasar e incluso evitar su aparición:

  • El envejecimiento es el factor de riesgo más poderoso. Aquí cabe destacar que las mujeres también tienen más probabilidad de padecer la enfermedad (quizás por su mayor esperanza de vida).
  • Los niveles elevados de colesterol o de la proteína homocisteína.
  • La diabetes.
  • Los traumatismos craneoencefálicos y el Síndrome de Down.
  • El estrés psicológico crónico.
  • Hipertensión y tabaquismo.

Asimismo, también se han identificado factores que se asocian a un menor riesgo: nivel educación alto, mantenerse física y mentalmente activo (mens sana in corpore sano) mediante la participación en actividades de ocio, práctica de ejercicio físico regular y seguir una dieta mediterránea con alto contenido en antioxidantes.

Aunque las causas son desconocidas se barajan diversas hipótesis, pero algunas no pueden evidenciarse o solo explican parte de los casos. Por ejemplo, la hipótesis genética solo da cuenta de un 5% de los casos.

Otras conjeturas se encaminan a la posible influencia de virus lentos o al déficit de acetilcolina. También se han encontrado niveles elevados y tóxicos de metales como el aluminio y el sicilio en los cerebros de estos pacientes.

Pilares de un estilo de vida saludable para el cerebro

Manteniendo un estilo de vida saludable para el cerebro, se pueden prevenir los síntomas de Alzheimer y retrasar o incluso revertir el proceso de deterioro. Cualquier edad es buena para empezar a tomar medidas para mantener el cerebro sano.

La enfermedad de Parkinson y la demencia asociada

La enfermedad de Parkinson es una enfermedad neurológica lenta y progresiva que se caracteriza por temblor, rigidez, enlentecimiento motor e inestabilidad postural.

Su afectación cerebral principal es a nivel de los ganglios basales, estructura encargada del control del movimiento entre otras funciones. En las autopsias de estos enfermos se encuentran signos evidentes de pérdida neuronal y del cuerpo de Lewy en la sustancia negra.

Tal es la interrelación que se da entre las demencias, que en las autopsias de algunos afectados por la Enfermedad de Parkinson se han llegado a encontrar signos indicativos de Enfermedad de Alzheimer o de la Enfermedad de cuerpos de Lewy.

En cuanto a la enfermedad de Parkinson debemos saber que hay un 30% de casos que desarrollan demencia. Asimismo, el inicio de esta demencia suele ser tardío (a partir de los 70) y la prevalencia es mayor en hombres que en mujeres.

La demencia asociada al Parkinson se suele comenzar a manifestar por dificultades para discriminar la forma, el lugar o la posición de los objetos, dificultades para hablar con fluidez y, por supuesto, con alteraciones de memoria (en este caso puede comenzarse a olvidar tanto cómo andar en bicicleta como la conversación que se mantuvo hace 30 minutos).

Los factores de riesgo son similares a la enfermedad de Alzheimer, por lo que una vez más se evidencia lo importante que es mantener un estilo de vida saludable y un equilibrio entre nuestra salud mental y física.

Así, si bien dormir de lado no constituye aún una estrategia preventiva claramente evidenciada, no está de más que lo tengamos en cuenta a la hora de cuidarnos diariamente. Resulta asombroso cómo con este sencillo gesto podríamos estar disminuyendo el riesgo de Alzheimer y de Parkinson…

 

 

Por: Raquel Aldana – Psicóloga clínica